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domingo, 3 de junio de 2012

Diario de una rosa



Era una rosa escapada del jardín,
perdida en el agua estancada de un vaso
contaba el recorrido de sus horas vacías
y caían sus pétalos quemados por la angustia.
Sufría la delicada flor,
confundida en un naufragio
que la sumía en una eterna noche,
sin jardinero, sin rocío.
Que ganas tengo de evadirme, decía,
ganas de no ser flor y ser un picaflor que me devore.
Que deseo de perderme y renacer
en otro jardín, otro huerto,
ansias de capturar mi aroma
y recoger de nuevo mis colores.
De repente silencio,
la rosa se replegó en su corola
y lentamente,
uno por uno, sus pétalos caían,
semejando un rosario
de lágrimas tenaces,
era como un lamento que de la tierra,
al cielo se elevaba.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.