Un dolor atravesado
entre mi piel y mis sueños,
una congoja que grita,
abandonos, desengaños,
ilusiones mal heridas,
esperanzas que se aferran.
Soledad, amor herido,
un corazón magullado.
Así como maduran las uvas, caen mis letras plasmando la esencia de mi verdad más profunda. Empecé a soñar donde el cactus es una piedra más del camino y reverbera el sol, donde la noche se irradia de estrellas que se reflejan sobre la blancura de los jazmines que pueblan mis recuerdos. Soy un latido de una ciudad que es un corazón. Dos cielos me cubren, el propio y el de Sevilla, ciudad pasión y melodía.
Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.
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