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miércoles, 16 de mayo de 2012

Cae una gran Pluma



 
Ochenta y tres años que dejaron al mundo el producto de unas letras brillantes, Carlos Fuentes, uno de los grandes de la literatura, mexicano conocido universalmente, ha dejado los caminos del mundo para volar en otra dimensión, la verdadera quizás, la que a todos nos espera y en la que ojalá pudiésemos tener la oportunidad de encontrarnos.
Enlazar letras y hacer un gran periódico que denuncie desde allí hacia el mundo de los que aún respiran, todo el misterio que encierra la senda de la muerte.
Autor de novelas muy premiado: El Cervantes, Príncipe de Asturias, Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Doctor Honoris Causa en las Baleares y otros galardones no menos meritorios embestían la grandeza del escritor azteca.
Hijo de padres diplomáticos mexicanos, había nacido en Panamá, el 11 de noviembre de 1928, su infancia transcurrió en diversos países iberoamericanos, hasta regresar definitivamente a su país a los 16 años.
Su andadura por tantas tierras, infiltraron en el joven Carlos, una diversidad de culturas que abrieron su mente hacia panoramas que exploró a profundidad por medio de su quehacer intelectual.
Así las cosas, Carlos Fuentes asomó al umbral que sería definitivamente el pórtico que le daría paso hacia la fama universal.
En 1972, Octavio Paz le presentó como miembro del Colegio Nacional, “Palabras Iniciales” fue su discurso de ingreso.
La muerte le alcanzó en Ciudad de México, este recién pasado 15 de mayo, dejando tras de si, la estela de sus obras que transitarán de generación en generación, de continente a continente.
Una plegaria y el aroma de los lirios más exquisitos para el fino autor de la tierra de serenata.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.