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lunes, 8 de abril de 2013

Hasta siempre Saritísima!







Los suyos eran recuerdos poblados de gloria, de nombres de famosos, recuerdos de manchados de La Mancha, su terruño, lugar donde empezó a dar alas a sus sueños.

Nunca se marcó límites, alcanzó todo aquello que deseó, desafió una época peligrosa de prohibiciones y tabúes, ella fue posiblemente, la primera mujer que tuvo el coraje de despertar el deseo de los hombres españoles, con sus escotes generosos, sus labios movidos de manera sensual, su manera de caminar.
85 años puede ser mucha vida, sobre todo si se ha vivido bien y Sara Montiel vivió su vida a plenitud,  al menos se lleva consigo sus emociones, amores, su ego siempre en alto, era una mujer del diablazo, la estampa de la verdadera diva.
Nació en Ciudad Real en 1928, en Campo de Criptana, en medio de la Mancha tierra de vinos, del Quijote y de su majestad Saritísima.
Fue una española pionera no solo en atreverse a cautivar con su sensualidad, fue además el primer producto español que conquistó Wollywood, fue  protagonista de películas tan recordadas como El último Cuplé o Veracruz, La Violetera, El Relicario...
Su aparición en grandes escenarios de América y el mundo  pitillo en manos y tarareando fumando espero… o lamiendo con sensualidad sus labios que desataban la adoración masculina cantando “Bésame mucho”.
Esta mujer leyenda y realidad ha muerto hoy dejando escrita una historia de vida que indudablemente marca con letras doradas no solo al cine y canto español, sino a la mujer española que tuvo siempre en ella, un ejemplo de coraje y decisión.
Que satisfacción vivir de esa manera, si de todas formas moriremos, al menos Sara se lleva con ella recuerdos, vida, emociones y amores saboreados con alma y piel.
Hasta siempre Saritísima, admiro tu manera especial de vivir, confieso que no siempre se puede, sin embargo hay que romper barreras y saltarse las normas si al final queremos llevarnos no solo las piedras del camino, sino también, recoger algunas rosas y hacer con sus pétalos, un relicario.

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¡Brindis!

Esta es la mejor cosecha, el brindis exquisito de las letras.